Hoy hace 5 años que dejé de fumar. Esto significa que NO he fumado 46.625 cigarillos aproximadamente, o lo que es lo mismo, 2.285 cajetillas de tabaco. O más impresionante todavía: NO ME HE GASTADO 6.000 €. Pero lo que más noto no es eso, si no que huelo las cosas: las flores, los aromas de la cocina, el azafrán... Y es increíble, mi ropa no huele a tabaco... (de eso entonces no me daba cuenta, qué lástima).
Desde que fui a Montmeló reconozco que me he enganchado a las carreras de Fórmula 1. Desde entonces no me pierdo ni una. Poco a poco, voy conociendo circuitos y pilotos: La frialdad de Alonso, la malasuerte de Räikkönen, la inconsciencia de Montoya... Y hay algo que he descubierto que me divierte bastante: Es el safety car, el coche que sale a la pista cuando hay algún problema en la misma y que va a la cabeza obligando a los pilotos a mantener sus posiciones hasta que el desaparezca. Se me acumulan las preguntas: ¿quién es el conductor de un safety car? ¿qué piensa cuando conduce al tener tras él a Alonso y compañía? ¿No le entran ganas de apretar el acelerador a fondo? ¿O de hacer ver que se va para volver? Debe ser un personaje impresionante. ¿Por qué no tenemos información sobre él? ¿No podrían decirnos quién va a conducir en cada carrera, darnos su velocidad y por qué no, dejarle pasar por boxes, de vez en cuando?
Un día Álex nos preguntó si él podría tener un blog. Le prometimos que le enseñaríamos a hacer uno en cuanto acabase el colegio. Ayer acabó el colegio, hoy Álex nos ha pedido las normas básicas. Le hemos ayudado a montarlo y ya tiene su primer post. La siguiente pregunta que nos ha hecho ha sido: ¿Cómo van a saber mis amigos que tengo uno? Está empeñado en hacer fotocopias de su dirección para repartirlas. Y lo peor es que creo que es muy capaz de hacerlo. Como le he prometido que os lo diría, aquí os dejo su dirección. Sed buenos y decidle "hola". Sé que le hará mucha ilusión.
Dicen que van a proponerlo para presidente. Con ese salero y esa alegría innata, con esa espontaneidad taaaaan mediterránea. Algo gris otea por el horizonte. Por más que lo intento no me lo imagino. ¿Os imaginais a Montilla de presidente de la Generalitat? Un programa de humor de aquí (Polònia) ha empezado a sacar a un personaje que es Montilla. Ni siquiera lo maquillan, y no tiene que hacer nada, ni siquiera sonreir. Por cierto que el que hacía de Maragall (Quico Novell) era mejor que el propio Maragall. Era sencillamente impresionante.
Aunque claro, si presentan a Montilla entonces saldrá Mas... Salir del fuego, para caer en las brasas. La que nos espera hasta otoño.
En lo más alto de una de las siete colinas de Barcelona, hoy he ido a despedir a Irene. Hay allí un nuevo tanatorio, de grandes ventanales, con vistas a la gran ciudad y el mar al fondo. Al pie del edificio, un manto de lavanda enloquecida pintaba de lila los pies del mismo. Pero eso no es lo importante, Irene tenía 6 años. Yo nunca había ido al entierro de un niño. El ataúd blanco, la mirada de su padre que casi me consolaba más él a mi que yo a él, los llantos, la muñeca al lado del féretro. La ceremonia que no ha sido religiosa ha empezado con el Adaggio de Albinoni tocado por un cuarteto de cuerda que se encontraba allá también. Mientras me mordía los labios para dejar de llorar y dejar de parecer una imbécil he abierto el recordatorio por hacer algo:
"La brujita Tapita vivía en un tapón, que no tenía puertas ni ventana ni balcón la brujita Tapita hacía brujerias..."
Después, un padre amigo ha leído una carta a Irene y ha conseguido aguantar hasta casi el final, los "besos de colores" se le han quebrado cayendo por el suelo.
Los organizadores han leido otro cuento: uno donde Irene era la protagonista y con su caballo volador y su oso en el bolsillo buscaba ese mundo sin dolor y sin medicamentos. Cuando cerraba los ojos el mejor de los mundos aparecía ante ella. Y finalmente lo encontraba.
Hay un tipo de blogs en la blogosfera que me gustan bastante. Son aquellos en que a modo de diario detallado describen el día a día pormenorizado del bloguero en cuestión. Me gustan porque son muy simples, sin pretensiones; introducen sin pudor a sus vecinos, amigos y novios cotidianamente de tal forma que si los lees a menudo empiezan a ser personajes, al igual que son personajes las ciudades, los pueblos o los barrios donde viven. Suelen tener un sinnúmero de referencias geográficas, de gustos y placeres. Y me gustan porque todos esos personajes son simples, y hacen cosas normales, cotidianas. Es cierto que a veces son banales, pero a veces es más honrada esa banalidad que la mayor de las elocuencias. Tengo en mi lista más de uno así y confieso que a veces me gustaría que el mío también lo fuera. Todo esto viene a cuento porque Would el otro día hizo un post de este tipo contando un día de su vida; pensé que yo haría uno también. Tal día como hoy: ajetreado hasta el infinito: en el que estoy tan cansada como vacía: un día gris, secuencia tras secuencia: despierta desde las 5:30 de la mañana: en el que no he podido finalmente sentarme para hacer algo mío hasta ahora: 16 h más tarde. Pero estoy cansada: lo dejaré para otro momento más lúcido.
Hoy estaba pensando que seguro que en los anales familiares de cada uno tenemos algún pariente que ligó mucho. Quizá un abuelo, un bisabuelo, una tía; Alguien anterior a nosotros que triunfó en esas lides. Y es que las batallitas de héroes que enriquecieron, o que se hicieron misioneros, o que tal y tal en la guerra las sabemos. Pero las que de verdad nos interesan, las más nocturnas y morbosas... ay... esas las callaron. Quizá las siguientes generaciones se dediquen acontar batallitas y poner muescas al sexo contrario o al mismo sexo. -Sientate Pepe, siéntate, que tu abuelo te va acontar las chicas que conoció... Perdí la virginidad una soleada mañana de abril...
Ahora que llega el verano, de todas es sabido que los hombres sufren bastante. Tirantes, pies, faldas cortas y camisetas ayudan a subir un par de grados la temperatura masculina ambiente.
A mi me pone una cintura, una camiseta de manga corta justo por debajo del hombro. Y me pone un hombre con los tejanos bien puestos y bien llevados. No me pone un hombre con pantalón corto, ni con calcetines blancos, ni me pone un culturista, marcando músculo por todas partes. No me pone un hombre repeinado, menos aún depilado. Me pone una boca grande y unos ojos oscuros. Nada de ello, sin embargo, tiene que ver con la temperatura. Será entonces que somos diferentes.