sábado, enero 20, 2007

Silvana

Silvana es una amiga mía con la que compartimos piso hace ya demasiados años. Es una amiga de las de verdad, de esas que sí, es cierto, se tienen muy pocas a lo largo de la vida. Creo que es también la hermana que yo nunca he tenido.
Silvana volvió a Brasil en el 93 y a mi quedó un agujero. En el 95, mientras trabajaba en Río me escapé un fin de semana a verla hasta Brasilia. Tenía un hijo de meses, yo vivía un momento importantísimo de mi vida y teníamos tantas cosas que contarnos. Recuerdo el fin de semana nítidamente, con la luz limpia y clara de Brasilia, una ciudad en el llano más llano de todos los llanos, con un cielo inmensamente azul.
Pasaron los años y los hijos, yo tuve dos, ella tuvo otro y creo que en el 2004 vino a Barcelona.
Supe que era la Amiga, porque al llegar y cambiarnos para irnos a la playa, al tumbarnos sobre la arena, reanudamos una conversación, como si nos hubiésemos visto el día anterior.
No suelo echar de menos las cosas que han pasado, sigo mirando más hacia adelante que hacia atrás. Pero a Silvana sí que la echo de menos. Mucho de menos.
Pensándolo bien, creo que voy a llamarla.