sábado, noviembre 04, 2006

Hoy he hablado con mi hermano, o mejor dicho, mi hermano ha hablado conmigo. Estábamos en la terraza, de noche, haciendo frío. Pero no importaba.
Son tan escasos los momentos en que podemos coincidir, por carácter, por circunstancias, por etapas en la vida que sólo he podido pensar que hay cosas que no se pagan con dinero.
Suelen ser siempre las mejores y las más apreciadas. Y cuando percibo un momento así inmediatamente pienso que ese es mi objetivo de madre: que mis hijos, a su vez, sepan percibirlo y valorarlo.