jueves, octubre 19, 2006

Abrazando árboles

No sé dónde, ni cuándo, ni cómo leí, me dijeron o soñé que era una cosa muy terapéutica abrazar un árbol: rodearlo entre tus brazos, pegarlo a tu cuerpo y cerrar los ojos.
Decían que era bueno concentrarse y sentir el árbol, sentir la savia que circula, sentir la firmeza sobre la tierra de sus raices y lo etéreo de sus ramas.
Lo hice. Abracé una mañana de verano a un pino. Pasé bastante vergüenza, por suerte nadie me vio, y sí, sentí toda la vida entre los brazos y a la vez me dio una gran paz.
Os lo recomiendo sin dudarlo. Hay que probarlo. Esta noche creo que voy a abrazar un árbol.
Y una recomendación sólo: si vais a abrazar un pino cuidado con la resina.