jueves, enero 19, 2006

Viva Zapata

Vale, lo reconozco: soy quisquillosamente puntual y no me gusta la gente que no lo es, por el único motivo que juega con mi tiempo como si valiera menos que el suyo.
Dicho lo dicho contaré que en mi trabajo cada día la gente llega más tarde, pero no 10 minutitos , no, no, 45 minutos. Y así estamos. Los que llegamos puntuales pues casi que hacemos el idiota y los que llegan tarde (todo, repito, todo tíos) hala, la jefa no dice nada. Bueno si, de vez en cuando dicen: ay, oye, que supongo que te habrá pasado algo, claro... por llegar tarde...
A esto lo llamo discriminación porque vamos, otro nombre no tiene.
Yo si supiera me tomaría también los 45, pero claro, no sé. Es más aunque me lo proponga, no sé llegar tarde. Y claro, ¿quién coge el teléfono del que llegará después?, yo; etc. etc. etc.
Y si ya sé que no tengo por qué hacerlo, pero me sabe mal, porque soy boba. Rematadamente boba.
Y ¿A dónde van los que llegan tarde? Pues a hacer entrevistas de trabajo...
!viva Zapata!