domingo, octubre 30, 2005

Si naciste para martillo

En la oficina hay un estrés galopante que se nos está comiendo vivas. Y digo vivas, porque al sector masculino no le está afectando de la misma forma. ¿Lo saben llevar mejor? ¿Son más eficientes? NO. Se lo tiran a la espalda y en paz.
Las mujeres somos más inquietas, sufrimos más y nos preocupamos más. ¿Para qué? Para nada.
Hay concretamente tres mujeres, y que además coincidimos en edad y situación que vamos casi empastilladas. Bueno no, pero casi. Yo me he ido a la farmacia a por valeriana en cápsula. Maite lleva un tranxilium en el bolsillo y a ratos veo que lo saca y lo acaricia con los dedos para dejarlo junto al teclado. Ayer se encerró en el labavo a llorar. Ella, no el tranxilium.
Dos días atrás yo lloraba en las escaleras, al lado de los fumadores, agarrada al movil entre humo y babas. Y Núria, bueno Núria está a punto de casarse, y llora a moco tendido de día y de noche. Ninguna de las tres hemos pasado por algo semejante y os juro que las tres somos más bien bravas. Tanto es así que últimamente nos da la risa floja. Y estamos como esperando a ver cual de las tres flojea antes. Y así vamos. Eso si, para más inri, a las tres nos gusta el trabajo.