lunes, agosto 22, 2005

La silla de la mesa en el rincón.

Yo tenía una mesa en un rincón.
En la mesa había sillas. En la mesa, a veces, había gente. A veces había más, a veces había menos. Mucho tumulto, nunca. Risas, bastantes.

A veces hacía caipirinhas y las servía a quién estaba entonces por ahí, a veces sopa de sandía, y ponía los platos. Creo que les gustó. Alguna vez puse flores, rosas. Alguno salió a comprar.
Mi mesa me gusta así, en un rincón, con la gente con la que voy intimando, con la que me siento y me levanto. A veces unos, a veces otros. Todos bienvenidos y bien hallados.
Pero, convendreis conmigo, que ahora que hemos vuelto, hay una silla a la que le damos el mejor barniz, y la ponemos bien en su sitio, firme, sobre el suelo.
Y esperamos a que vuelva, ese chaval, sí hombre sí, el de la silla de las del principio, si ese, ese, el famoso ese que encima ganará el consurso, si, ay, espera, cómo se llama... y todos a coro desde la mesa del rincón: Arieeeeeeel. Que venga que te espera la bolsita de chuches, que un día es un día, va...