martes, junio 14, 2005

Tupperware

Ahora, lo que se lleva de verdad es el tupper a la oficina. Yo no lo había hecho nunca pero todo es empezar.
Se sube al comedor-archivo donde conviven plácidamente ácaros y moléculas de tomate frito. Se estira un trozo de papel no absorvente que hará de mantel, se sitúa uno como puede entre el compañero que no conoce y el que no tiene ganas de conocer y, después de haber hecho cola para calentar el tupper en el microondas y después de que un gracioso (siempre hay un gracioso) haya dicho que sólo es un tupper por persona, una, digo, intenta sentarse y conservar el equilibrio.
Ocho personas en una mesa de seis, comiendo cada uno de su tupper (para modalidad comer del de al lado hay que practicar más), suponiendo que no te has dejado nada, ni el tenedor, ni el cuchillo.
Así las cosas va entrando gente mientras los ocho ajusticiados comen y van viendo, como en una pasarela, las caras hambrientas de los que entran, y, pf, vaya está lleno-. Y cada vez el macarrón atragantado.
Hoy, sin ir más lejos, uno de los 8 ha decidido leer el periódico (TOTALMENTE ABIERTO) y cada vez que caía una hoja de periódico encima de mis macarrones me decía: por tonta, por burra, por zopenca...