jueves, mayo 19, 2005

El perro, mi padre y el señor

Mi padre solía sacar a pasear a su perro todas las mañanas muy pronto, sobre las 6 más o menos. La casa de mis padres queda frente a un parque poco frecuentado y que a las 6 de la mañana apenas recibe visitantes.
Cerca de Navidad, un año, mi padre empezó a cruzarse, diariamente, con un hombre de mediana edad, alto, de porte elegante, pelo cano y con la peculiaridad de ir vestido con chaqué y pantalón a rayas.
El primer día se saludaron dándose los buenos días, y mi padre muy intrigado nos contó su encuentro. Alborozados todos empezamos a elucubrar mil posibilidades pero ninguna nos parecía coherente. ¿De marcha, en chaqué, cada día?

Pasadas unas semanas mi hermano y yo insistimos a mi padre para que le preguntara qué hacía vestido de esa guisa ese hombre a esas horas.
Finalmente se atrevió, y después del saludo habitual entre los dos hombres solitarios, mi padré le interrogó al respecto:
-Verá -dijo el hombre-, somos unas familia muy numerosa que apenas nos reunimos todos una vez al año. Nos hace una ilusión tremenda y nos gusta vestirnos para la ocasión; como durante el resto del año no tengo oportunidad de vestir el chaqué, y lo tengo guardado con naftalina, unas semanas antes salgo a pasear con él para que se ventile y pierda ese olor a cerrado tan desagradable-.