jueves, marzo 03, 2005

Hablando de amor II-Adivina adivinanza

"Ir y quedarse y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oir la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;

arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada, sobre fe, paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno."


a. Góngora
b. Garcilaso de la Vega
c. Lope de Vega
d. google

Escribió su vida en tantos versos, que las cinco mujeres que marcaron su vida fueron conocidas por todos. Le enjuiciaron, le desterraron; vivió la ceguera, locura y muerte de una de ellas, Marta; y a otra, Elena, compitiendo con otro hombre, le escribió uno de los poemas más bellos de la literatura del Siglo de Oro que empieza así: "Suelta mi manso, mayoral extraño, (...)"
Nadie habló con tanta perfección y eficacia de los sentimientos universales, los que nos unifican, porque todos sentimos de forma parecida y pensamos que vivimos nuestra pasión de forma única.
Siempre me fascinó la facilidad para explicar lo inexplicable, para dibujar con perfección de cirujano el amor, los celos, la ternura.
Un placer con mayúscula leerle y pensarle. Tanto tiempo después todo sigue como siempre.