martes, febrero 22, 2005

Tres Tristes Tigres

"Todavía más sucia es la mente de aquel psiquiatra. El primer día me dio una libreta para que escribiera todo lo que se me ocurriera. Yo tenía que enseñársela luego. Era la escuelita otra vez. Cuando terminaba decía, perfecto y no me decía más nada. A la tercera consulta vino y se me sentó en el sofá, pegado a mis piernas. No tenga miedo, señora, me dijo. Soy la ciencia, me dijo. La ciencia, dije yo, me dije yo a mi misma, la ciencia del descaro es lo que es usted, pero no le dije nada, sino que me senté con las piernas muy juntas y con las manos en las rodillas. No miraba yo a ningún lado, nada más que para el piso y así estuvimos un momento, hasta que sentí que el hombre se levantaba y venía a sentarse casi encima de mi. Cerré los ojos y me levanté, pero no pude levantarme del todo y lo que hice fue una tontería. Me senté de nuevo en el sofá, pero un poco más lejos, el hombre volvió a sentarse en el sofá, hasta que recorrimos todo el sofá y nadie dijo una palabra. El final del sofá me pareció un acantilado y me costaba tanto trabajo mantenerme sentada como si estuviera de veras al borde de un abismo. Entonces me levanté y no sé de donde saqué una voz finita, viejísima para decirle al tipo, Doctor lo siento pero se le acabó el sofá, y cogí y me fuí."

Tres Tristes Tigres . Guillermo Cabrera Infante. In memoriam.