sábado, febrero 12, 2005

Mi abuela la fallera

Pues sí, mi abuela era valenciana, fallera no lo sé. Así que parte de la família anda por ahí, en Agullent, la Vall d'Albaida.
¿Que qué he heredado de ella? La pasión por la musica orquestal con viento, los pasodobles y marchas festeras (o valencianas), la pasión por el arroz y la malaleche, las bajoques (parecido a las judías verdes) para la paella y el glorioso azafrán.
Cuando oigo esta música me vuelvo loca de contenta, me pone alegre y feliz, instintivamente me pongo más erguida. Hay músicas que al recordarlas va con ellas el estado de ánimo que tenías entonces, otras, en cambio, te contagian el de la propia música. Esto me pasa con "Paquito el chocolatero" (acabo de descubrir como se llama) y debo tener parte del alma churrigueresca porque sinó no lo entiendo.
Mi abuela se llamaba María y vivía en un molino harinero, y los recuerdos de mi madre son las vacaciones de la guerra con sus tardes en el molino, los melones y los puercos, porque los puercos se comían los melones que no eran buenos, y también los bancales que no podía saltar y la higuera a la que subió una vez y no podía bajar, y también las pataquetes (bocadillos con de todo un poco).
Tan sólo no he herado el gusto por el ruido en su máxima expresión: los petardos. Yo la verdad, los odio.
Cuentan que mi abuelo, de vivir con una valenciana de pro, se enfrascaba a tirar petardos en casa durante las verbenas, no todos, sólo aquellos que te persiguen hasta estallar a tus pies. Y cuentan que reían como locos.